Pérez Largacha: «la historia ha sido interpretada por una premisa: la existencia de grandes y poderosos reinos implica prosperidad»

A lo largo de nuestra trayectoria nos hemos detenido en diferentes aspectos relacionados con los llamados Pueblos del Mar, cuya irrupción desestabilizó el Bronce Final en buena parte del Mediterráneo. Queremos abrir esta nueva temporada volviendo a este tema de la mano de Antonio Pérez Largacha, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja, con quien hemos compartido esta interesante charla.

Pregunta – El Mediterráneo experimenta en el Bronce Final una fuerte convulsión que pone fin a los centros de poder más importantes (Micenas, Hattusa, Ugarit). Se ha barajado como explicación la conjunción de una serie de causas adversas ¿cuál es el estado actual de la cuestión?

Respuesta – Durante décadas la investigación se centró en explicar el final del Bronce Reciente desde la óptica de lo que se pensaba que aconteció en cada región o cultura, como un terremoto en Ugarit, hambrunas en el Egeo… En este sentido,  se señalaba como un elemento final, y aglutinador, a los Pueblos del Mar, que causaron la destrucción y abandono de reinos y ciudades. Así se equiparaba a los Pueblos del Mar con los pueblos bárbaros que acabaron con el Imperio Romano, pero ahora sabemos que la aparición de los Pueblos del Mar, como la de los pueblos bárbaros, no fue repentina, debiéndose explicar su aparición, y los cambios que acontecieron en torno al 1200 a.C., en un contexto más amplio, cronológico y cultural.

En la actualidad se piensa en una conjunción de factores a los que las estructuras estatales, que se remontaban al III milenio, no supieron, o pudieron, hacer frente y adaptarse. Una crisis de crecimiento y organización similar, en algunos aspectos, a la del Imperio Romano en el siglo III d.C. Desde la aparición del reino hitita con Suppiluliuma I el equilibrio internacional dejo de estar protagonizado por dos reinos, apareciendo otros, como los propios hititas, Asiria, Babilonia o Amurru, que debieron convivir con los reinos y ciudades de Siria-Palestina -en especial Ugarit-, el mundo egipcio o las culturas del Egeo. Al respecto, es interesante que entre las razones para la firma del tratado de paz entre Ramsés II y Hattusili III (en el 1278 a.C.) está la necesidad de ambos reinos de hacer frente a problemas cada vez más cercanos a sus propias fronteras, construyendo, por ejemplo, Ramsés II una línea de fortalezas en el Delta occidental para protegerse de las poblaciones libias. Es decir, los dos reinos más importantes, Egipto y Hatti, debieron comenzar a prestar más atención a una situación internacional compleja.

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Ruinas de Ugarit. Foto: Wikimedia Commons

Igualmente, los estudios medioambientales parecen confirmar unas peores condiciones climáticas que afectaron a los campos, aumentando la presión de grupos y poblaciones que buscaban nuevas oportunidades que, en un primer momento, pudieron encontrar formando parte de tropas mercenarias de los ejércitos del propio Egipto o Hatti. También en los últimos años autores como Louise Hitchcock y Aren M. Maeir han apuntado la importancia de la piratería en el origen de los Pueblos del Mar, lo que afectaría al comercio. Por todo ello, desde comienzos del siglo XIII existía un precario equilibrio que cualquier cambio, conflicto o declive afectaba, directamente o no, a un Mediterráneo Oriental que desde el Bronce Medio estaba cada vez más interrelacionado.

Se equiparaba a los Pueblos del Mar con los pueblos bárbaros que acabaron con el Imperio Romano, pero ahora sabemos que la aparición de los Pueblos del Mar, como la de los pueblos bárbaros, no fue repentina, debiéndose explicar su aparición, y los cambios que acontecieron en torno al 1200 a.C., en un contexto más amplio, cronológico y cultural.

Igualmente, siempre se ha pensado en el final del Bronce Reciente desde una óptica militar, destructiva. Es cierto que hubo destrucciones, pero también hay centros que pervivieron y otros que se recuperaron con cierta rapidez. También está el ejemplo de Hattussas, capital del reino hitita, siempre mencionada como caso de las destrucciones ocurridas, pero en la actualidad se piensa que Hattussas no fue destruida, conquistada, sino abandonada progresivamente, desplazándose su población al interior de Anatolia y el Norte de Siria, a ciudades como Karkemish -que había sido la sede de un virreinato hitita-, y que tampoco fue destruida a pesar de lo que expresan las fuentes egipcias, convirtiéndose en el centro de uno de los reinos neo-hititas más importantes.

Pregunta – En este contexto irrumpen los llamados Pueblos del Mar, ya mencionados, que fueron así bautizados en el siglo XIX. Explíquenos el origen de esta denominación.

Respuesta – Este término tiene su origen en las fuentes egipcias, pero nunca fue utilizado por los egipcios. Su origen se remonta al siglo XIX cuando Gaston Maspero lo utilizó para referirse a los pueblos que Ramsés III dice derrotar en los relieves de su templo funerario de Medinet Habu, donde se representa la única batalla naval de Egipto en su etapa faraónica. Una denominación que la historiografía ha mantenido, a pesar de que los términos que aparecen son los normalmente utilizados para los enemigos de Egipto; “países del norte extranjeros” o simplemente “el enemigo”, junto a los nombres de algunos pueblos.

En Medinet Habu Ramsés III expresa vencer, derrotar -siguiendo la tradición egipcia que se remonta a Narmer-, a unos enemigos que no habían podido ser derrotados por ninguno de los reinos por entonces existentes quienes, además, según Ramsés III, fueron destruidos, lo que ensalzaba más su victoria. Todo ello en un momento histórico, el siglo XIX, en el que el tránsito de un período o época a otra se explicaba siempre desde la óptica del conflicto, por la aparición de nuevos pueblos. No debemos olvidar al respecto las similitudes historiográficas entre los pueblos bárbaros que acabaron con el Imperio Romano y los Pueblos del Mar; ambos destruyeron formas civilizadas de vida dando inicio un período de declive y oscuridad, pero ahora sabemos que en el caso del Imperio Romano existió una Antigüedad tardía y que, posiblemente, con posterioridad a los Pueblos del Mar, continúo existiendo una actividad comercial y cultural, aunque no dominada por grandes reinos como en el Bronce Reciente.

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Batalla del Delta entre Ramsés III y los Pueblos del Mar en el siglo XII a. C.
Templo de Medinet Habu, Tebas. Foto: Wikimedia Commons

Igualmente, junto a los Pueblos del Mar mencionados en las fuentes egipcias, no debemos olvidar a otros pueblos que van haciendo también su aparición desde el siglo XIII, como los shasu en Palestina o, especialmente, los ahlamu, los arameos. Es decir, los pueblos que mencionan las fuentes egipcias son solo algunos de los que aparecieron, participaron, en los cambios que se estaban produciendo, bien como causa o como consecuencia de un período de crisis y cambio.

Con posterioridad a los Pueblos del Mar, continúo existiendo una actividad comercial y cultural, aunque no dominada por grandes reinos como en el Bronce Reciente.

En cierta medida el término Pueblos del Mar puede equipararse a lo que sucedió cuando A. Evans descubrió el palacio cretense de Cnossos, acuñando el término minoico en relación al conocido mito de Minos, lo que ha permanecido en la investigación a pesar de ser una invención, un calificativo y no existir un pueblo minoico.

Pregunta – ¿Cuáles son las fuentes de que disponemos para el estudio de los Pueblos del Mar?

Respuesta – En primer lugar, las fuentes escritas, no solo las que describen o narran lo que sucedió a finales del Bronce Reciente, sino también las que mencionan con anterioridad a algunos de los Pueblos del Mar. Así, los shardana y los lukka aparecen en el archivo diplomático de el-Amarna, donde los lukka se mencionan como un peligro a causa de la piratería. También en la narración de la batalla de Kadesh los sherdem aparecen como tropas de ambos contendientes. También son importantes las referencias al primer ataque de estos Pueblos del Mar en tiempos del Faraón Merneptah, que derrotó a la coalición que formaron con las poblaciones libias que ya amenazaban la frontera occidental de Egipto, siendo vencidos en las proximidades de Menfis, es decir, en el interior de Egipto, décadas antes del reinado de Ramsés III. Unas fuentes escritas que nos confirman que estos Pueblos del Mar eran ya conocidos, convivían e interferían en la vida política de una forma paulatina y gradual.

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Ramsés II en la batalla de Qadesh. Templo de Abu Simbel, Egipto. Foto: Wikimedia Commons

Entre las fuentes escritas destacan también las tabillas halladas en Ugarit, uno de los reinos destruido por los Pueblos del Mar. En ellas se solicita ayuda y describe lo que parece que va a ser un ataque inminente. Sin embargo, recientemente se ha defendido que estas tablillas pertenecen a un archivo que, debido a la destrucción que sufrió Ugarit, aparecieron en otro contexto diferente al original, por lo que en ellas se relata no se corresponde con los últimos momentos de la existencia de Ugarit. Es decir, en cierta medida las tablillas de Ugarit se quisieron equiparar con las de reinos micénicos como Pilos, donde se documenta lo acaecido en los últimos meses de administración, pero ello pudo no ser así.

La arqueología no solo detecta posibles destrucciones, también cambios en las pautas de asentamiento. La aparición de nuevas manifestaciones culturales así como la transmisión de objetos, ideas y cultos que puedan asociarse al movimiento de pueblos, también la pervivencia de reinos y ciudades

Por otra parte, la arqueología no solo detecta posibles destrucciones, también cambios en las pautas de asentamiento. La aparición de nuevas manifestaciones culturales así como la transmisión de objetos, ideas y cultos que puedan asociarse al movimiento de pueblos, también la pervivencia de reinos y ciudades, así como la continuidad de unas relaciones, de una actividad económica en algunas regiones, demostrando que la irrupción de los Pueblos del Mar no fue el comienzo de una Edad Oscura, una idea que también comienza a ser matizada en el mundo griego.

Pregunta – Hace un año publicamos una entrevista con Jesse Millek, de la Universidad de Tübingen, sobre su estudio «Sea Peoples, Philistines, and the Destruction of Cities: A Critical Examination of Destruction Layers “Caused” by the “Sea Peoples”, en el que concluía que en ninguno de los 16 yacimientos estudiados en el Levante Sur había evidencias de destrucción violenta por parte de los Pueblos del Mar, lo que le hacía poner en duda la tesis de la irrupción bélica, al menos de forma masiva ¿qué opina al respecto?

Respuesta – La historia de Siria-Palestina ha sido, tradicionalmente, interpretada desde la óptica de los grandes reinos del Bronce Reciente, si estos desaparecieron o se replegaron a sus territorios originales -como en el caso de Egipto o Asiria-, ello implicaba el declive, abandono de las ciudades y reinos del Levante mediterráneo. Sin embargo, es cierto que la arqueología está revelando que muchas ciudades al sur de Ugarit no sufrieron una destrucción, incluso, al contrario. El mejor ejemplo es la ciudad de Dor, donde se han excavado los niveles de comienzos de la Edad del Hierro mostrando una intensa actividad económica, una ciudad que es mencionada en el relato de Wenamun, el sacerdote egipcio que viaja al Levante en busca de madera para la barca sagrada de Amón y sufre diferentes infortunios, un relato en el que se desprende que las ciudades del Levante continuaron con su actividad poniendo las bases de un mundo fenicio comercial y poderoso. También es significativo que en el mismo relato de Wenamun se mencione a Chipre, su destino final, aunque no conozcamos el final del relato, una isla que a lo largo de toda la Edad del Bronce fue un puente en el comercio y transmisión de ideas, personas y productos, como lo sería durante la Edad del Hierro.

Pregunta – Louise Hitchcock también ha señalado, por ejemplo, influencias entre las gentes del Egeo y los pueblos bíblicos, que podrían haber tenido su origen en este período; mientras que Moshe y Trude Dothan nos han hablado, por su lado, de las relaciones entre Egipto y las tierras de Canaán, que tratamos también recientemente ¿estamos ante una época de más contactos culturales de lo que pudo haberse pensado inicialmente?

Respuesta – Las vinculaciones entre el Egeo y los Filisteos, los peleset de las fuentes egipcias, siempre ha sido uno de los objetivos de la investigación. Las perturbaciones que tuvieron lugar en Grecia originaron la “helenización” de Chipre y la llegada al Levante, a ciudades y regiones que conocían por las relaciones que habían mantenido durante el Bronce Reciente, de población egea que son la base de los filisteos. Por lo tanto, las vinculaciones entre el Egeo y algunos de los pueblos mencionados en la Biblia son evidentes, pero también han condicionado la investigación al querer unir nuestras dos tradiciones culturales, la griega y la bíblica, olvidando lo que sucedió en otras regiones y con el resto de pueblos. Es cierto que la mayoría de los que son mencionados en las fuentes egipcias desaparecieron, pero también aparecieron otros pueblos, como los moabitas, edomitas y, por supuesto los arameos.

Las vinculaciones entre el Egeo y algunos de los pueblos mencionados en la Biblia son evidentes, pero también han condicionado la investigación al querer unir nuestras dos tradiciones culturales, la griega y la bíblica, olvidando lo que sucedió en otras regiones y con el resto de pueblos.

Una vinculación con el mundo bíblico que también se explica porque es en estos momentos históricos, la transición a la Edad del Hierro, cuando se buscaron los orígenes del reino de Israel. Una línea argumental muy debatida en los últimos años. En relación con los contactos culturales, todos estos pueblos realizaron aportaciones, pero no debemos olvidar a dos culturas, pueblos que fueron muy importantes: los fenicios, que como hemos apuntado pudieron continuar la actividad comercial y los reinos neo-hititas. Retomando el relato del sacerdote egipcio Wenamun, su sorpresa ante las naves y puertos del Levante es significativa, se pensaba que eran un recuerdo de la visión egipcia del Reino Nuevo en la región, pero pueden responder a una realidad que nos aleja de una época oscura, de declive. Sin lugar a dudas hubo cambios, una menor prosperidad, pero la historia ha sido interpretada en muchas ocasiones por una premisa: la existencia de grandes y poderosos reinos implica prosperidad, riqueza… Su ausencia un “período intermedio”, pero, incluso aunque existiera un declive, en esos períodos intermedios continua la actividad y se ponen las bases culturales de gloriosos períodos posteriores que no se entienden sin las aportaciones, cambios y adaptaciones que tuvieron lugar con anterioridad.

Autor

Mario Agudo Villanueva