La arqueología es necesariamente una ciencia interdisciplinar. La complejidad de las investigaciones sobre el pasado requiere del concurso de profesionales procedentes de diferentes materias. No solo basta con encontrar restos materiales, hay que interpretarlos y, para ello, el contexto es fundamental. Normalmente nos quedamos en el entorno más inmediato, en la propia excavación, pero el paisaje que la rodea puede proporcionarnos también mucha información sobre el modo de vida de las sociedades antiguas, especialmente sus patrones de asentamiento y explotación del territorio. Es aquí donde la arqueología del paisaje encuentra su fundamento y para conocerla con más profundidad hemos querido acudir a Ignasi Grau Mira, del Área de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante, uno de los mayores especialistas en esta disciplina del panorama actual.

Pregunta – Descríbanos brevemente en qué consiste la arqueología del paisaje
Respuesta – La investigación arqueológica ha destacado la importancia de comprender cómo las sociedades organizan el espacio que habitan. Con este propósito, se propone estudiar más allá del límite estricto de los yacimientos arqueológicos para analizar el paisaje arqueológico, es decir, el espacio donde se realiza la implantación de las sociedades humanas. Este paisaje se define, construye y desarrolla según las particularidades socioculturales y económicas de cada grupo enmarcado en sus coordenadas históricas.
Por ejemplo, la sociedad feudal medieval, inscrita en su contexto histórico, habría dado lugar a una organización territorial y paisajística definida por toda una serie de elementos interrelacionados, como el castillo feudal, la iglesia, la aldea, los espacios agrarios, etc… Si excavásemos únicamente el castillo, aunque sea el elemento más destacado como monumento, no entenderíamos la realidad histórica en su complejidad. Debemos conocer la mayor parte de sus componentes, desde la sede del poder hasta los campos de labor, sus cultivos, caminos, pastos comunales…. Este mismo esquema lo podemos trasladar a cualquier grupo humano y sociedad que podemos analizar desde la perspectiva arqueológica de paisaje y en la que se entrecruzan estrechamente los elementos culturales y naturales.
La arqueología del paisaje se propone estudiar más allá del límite estricto de los yacimientos arqueológicos para analizar el paisaje arqueológico, es decir, el espacio donde se realiza la implantación de las sociedades humanas.
En el desarrollo de esta línea de investigación no es ajena la preocupación creciente en nuestras sociedades por el medio ambiente y la relación entre la actividad humana y el entorno natural. El conocimiento histórico-arqueológico de esa conexión en una larga secuencia de tiempo nos puede aportar claves para comprender los procesos dinámicos de transformación del paisaje.

Pregunta – ¿Qué tecnologías se emplean habitualmente en proyectos de este tipo?
Respuesta – Los métodos de investigación arqueológica que se enfocan al estudio del paisaje habitualmente se engloban bajo el término de prospección arqueológica. Son técnicas de identificación y análisis del registro arqueológico que se distinguen de la excavación en que no se retira el suelo para investigar los vestigios enterrados. La necesidad de observar un terreno muy extenso, que cubre kilómetros cuadrados, obliga a identificar y analizar sin los costosos métodos de la excavación que necesariamente se centran en áreas puntuales. En el estudio del paisaje se emplea el reconocimiento superficial del terreno o prospección superficial, en la que se recorre el terreno para buscar e identificar los restos que pueden aparecer en la superficie. A esa actividad se suma la teledetección y observación remota, para observar anomalías desde la distancia, con imágenes aérea y de satélite, cada vez más accesibles. Por último, se emplean los métodos geofísicos, como el georradar, magnetometría o resistividad eléctrica, que son instrumentos que envían señales al subsuelo para obtener planos de lo que se encuentra oculto en el suelo. Con todo ello queremos conocer qué hay en el suelo sin remover los estratos de tierra.
Los métodos de investigación arqueológica que se enfocan al estudio del paisaje habitualmente se engloban bajo el término de prospección arqueológica. Son técnicas de identificación y análisis del registro arqueológico que se distinguen de la excavación en que no se retira el suelo para investigar los vestigios enterrados.
Son actividades que emplean un amplio despliegue de técnicas geoespaciales, que han avanzado muy rápidamente en tiempos recientes. Los Sistemas de información Geográfica (SIG), los GPS, el escáner aerotransportado LIDAR, los georradares, etc., hacen que haya progresado extraordinariamente este tipo de estudios. Estas tecnologías se han incorporado a nuestra vida cotidiana, como los visualizadores de fotografías aéreas y mapas que usamos con nuestros móviles, y en todas las Ciencias de la Tierra que tienen como objeto el estudio y el análisis territorial o paisajístico han supuesto un avance extraordinario.

Estas técnicas se denominan no-invasivas, pues al tiempo que son menos costosas que la excavación, no alteran los sitios arqueológicos que permanecen enterrados. No ofrecen una imagen tan detallada como la de la excavación, pero a cambio nos permite conocer decenas o centenares de sitios y no únicamente unos pocos.
Las evidencias obtenidas con métodos propiamente arqueológicos se analizan en relación con factores ambientales, como el tipo de terreno, cursos fluviales, la calidad de los suelos…, o la evolución del medio ambiente que se obtiene desde otras disciplinas más próximas a la geografía o ciencias ambientales.
Estas técnicas se denominan no-invasivas, pues al tiempo que son menos costosas que la excavación, no alteran los sitios arqueológicos que permanecen enterrados. No ofrecen una imagen tan detallada como la de la excavación, pero a cambio nos permite conocer decenas o centenares de sitios y no únicamente unos pocos.
Pregunta – En el estudio del paisaje intervienen muchos factores: biológicos, geológicos, económicos ¿Qué tipos de perfiles profesionales son los más frecuentes?
Respuesta – El paisaje es objeto de atención y estudio de un amplio colectivo que va desde los arquitectos paisajistas hasta ecólogos ambientalistas, pasando por sociólogos, geógrafos, geólogos… y por supuesto arqueólogos. Desde la arqueología nos aproximamos desde la dimensión histórica y social, para entender la forma en que un grupo humano, una determinada sociedad, transforma su entorno desde sus planteamientos socio-culturales y la adecuación al entorno físico. Pero también tratamos de entender como es la sociedad precisamente a partir de esas formas de gestión espacial.
El énfasis, por tanto, es histórico y desde una perspectiva fundamentalmente humanística, frente a otras orientaciones de corte ambientalista. Pero obviamente es un trabajo multidisciplinar en el que intervenimos arqueólogos especializados junto a aquellos científicos que aportan el análisis de los aspectos biológicos, ambientales, a los que hemos aludido.
De este modo, tienen cabida perfiles profesionales variados, que en el caso de los arqueólogos requieren de conocimientos especializados en la gestión de datos espaciales, y, en especial, con las tecnologías digitales a las que nos hemos referido.
Pregunta – Gracias a la arqueología del paisaje podemos interpretar cómo era el patrón de los asentamientos y de explotación del territorio de las sociedades que nos precedieron. Desde el punto de vista más práctico ¿Pueden aportarnos este tipo de proyectos de investigación más información sobre procesos complejos como el de la romanización?
Respuesta – Una de las bases tradicionales del estudio del paisaje es precisamente el análisis del patrón de asentamiento, es decir, las formas que adquieren los sitios que una determinada sociedad define y construye para habitar. Estos patrones han sido tradicionalmente considerados indicadores de las formas de organización social. Por ejemplo, las sociedades más evolucionadas son las que se organizan en torno a ciudades, que a su vez dirigen entornos donde hay otro tipos de asentamientos como pueblos, aldeas, casas aisladas… Esos tipos de asentamientos, su distribución y la relación que se establece entre ellos nos informan de importantes aspectos de organización de las sociedades.
Una de las bases tradicionales del estudio del paisaje es precisamente el análisis del patrón de asentamiento, es decir, las formas que adquieren los sitios que una determinada sociedad define y construye para habitar. Estos patrones han sido tradicionalmente considerados indicadores de las formas de organización social.
En el tema concreto de la romanización al que aludes, se han producido importantes avances precisamente derivados de la realidad que conocemos del paisaje romano. Hace unos años existía una visión derivada de las fuentes clásicas en la que el protagonismo absoluto lo tenía un modelo canónico de villas romanas, es decir las grandes residencias señoriales que articulaban las propiedades rurales de tamaño medio o extenso. Prácticamente era el único asentamiento rural que se reconocía en ese periodo. El desarrollo de prospecciones y análisis del paisaje romano de amplias zonas del Imperio nos muestran una realidad mucho más compleja y en la que predominan en número las pequeñas granjas y casas de campo. Con ello se puede reformular el modelo económico y social resultado del proceso de romanización. Hoy sabemos que el modelo campesino, de pequeños propietarios o aparceros, tuvo una especial incidencia y contribuyó decisivamente al desarrollo de la estructura económica romana. A nivel social, interpretamos que la implantación romana siguió una estrategia adaptativa a las formas de organización de las sociedades previas al impacto de Roma. Estas realidades sólo se han podido reconocer a partir de la contribución de la arqueología del paisaje.
El desarrollo de prospecciones y análisis del paisaje romano de amplias zonas del Imperio nos muestran una realidad mucho más compleja y en la que predominan en número las pequeñas granjas y casas de campo. Con ello se puede reformular el modelo económico y social resultado del proceso de romanización.
Pregunta – Explíquenos el objetivo de alguno de los proyectos en los que están ahora trabajando desde la Universidad de Alicante.
Respuesta – Desde la Universidad de Alicante, a través del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH), hemos desplegado una intensa actividad que ha estado basada en dos pilares fundamentales. El primero de ellos es el despliegue de una investigación con amplio componente de tecnología geoespacial, con la aplicación de GPS, LiDAR, SIG y otras técnicas. Hemos desarrollados programas de investigación y actividades de formación en estas tecnologías, fundamentalmente a nivel de postgrado.
La segunda y fundamental es la colaboración con otras instituciones y el desarrollo de trabajos colaborativos con museos de la zona y especialmente con otros centros de investigación preocupados por estas temáticas, como el Instituto Universitario de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, el Instituto de Arqueología de Mérida del CSIC o el Institut Català d’Arqueología Clàssica.
Recientemente en esta línea de colaboración desarrollamos un proyecto de investigación de los paisajes de la conquista romana en Hispania, en colaboración con la Universitat Autónoma de Barcelona y el Instituto de Arqueología de Mérida-CSIC. A nivel internacional desarrollamos el estudio del paisaje en torno de las ciudades protohistóricas del Estrecho de Gibraltar en el marco del proyecto franco-alemán Archeostraits (del Centre National de Recherche Scientifique y el Deutsches Archäologisches Institut) o en el ámbito italiano el análisis del territorio de “la Villa de Rufio” en Perugia, en colaboración con la Sopraintendenza Dell’Umbria en Italia. Y siempre estamos abiertos a nuevas colaboraciones.
Autor
Mario Agudo Villanueva